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Mostrando las entradas de diciembre, 2020

Las cocadas

Con la espalda terriblemente adolorida, me levanto súbitamente  del escritorio porque ya no soporto el dolor. Está oscureciendo y no he parado de trabajar en todo el día, desde mi casa por supuesto, por esta puta pandemia.  Me digo que no, que aún no hemos terminado, que queda mucho trabajo pendiente, que vuelva a la computadora... pero mi cuerpo desatiende esos pensamientos, y se dirige, mecánicamente, a la ventana. Asomo la cabeza,  y, de repente, ahí está: entre los olores a guiso, a grasa, a gasolina y a motores, una ráfaga despeja esos tufos y me alcanza una bocanada de aire fresco, tan vital, tan agradable... Por milésimas de segundo me transportó a las calles de Chiclayo, en donde transcurrió alegre mi niñez. Para estas fechas del año, ya toda la familia debía estar allí, en la gran casa de la Abuela. Los juegos con los hermanos y primos eran los más felices. Salir a caminar, a jugar con la pelota, recoger plantas y flores del parque para hacer experimentos, meternos a los pampo